Desaparecida en el grupo "Círculo Internacionalista" de Madrid

 


Hace cuatro años que mi hija, Alejandra Cañeque, se fue de casa. Tenía diecisiete años. Dejó en una nota una brevísima y gélida despedida más propia de alguien que deja un trabajo que de quien deja a su familia para siempre. Desde entonces no hemos vuelto a verla.

Llevaba tiempo enredada con gente del Círculo Internacionalista de Madrid, una filial del grupo Lotta Comunista de Italia. Algo contaba al principio de ellos, al parecer tenían reuniones y trabajaban juntos en proyectos, su vida social se había ampliado mucho gracias a este grupo, pero bien pronto cambió su carácter para con su padre y conmigo y dejó de contarnos nada. Cada vez hacía más vida fuera de casa, pero cada vez era más difícil que nos contara nada de sus actividades y sus nuevas amistades.

Su padre y yo intentamos hacerle ver que no debía obsesionarse con ese grupo, defendía ideas trasnochadas y obsoletas como la lucha de clases, el trotskismo y la revolución obrera, algo que nos parecía a todas luces anacrónico en el siglo XXI. Pero contra más atacábamos la ideología del Círculo Internacionalista más se aferraba ella a sus principios y más irracional se volvía.

Nos contaron que la vieron junto a otros chicos vendiendo ejemplares de un panfleto comunista por la calle. En casa no nos gustaba que estuviera tan metida en ese grupo pero confiábamos en que sería una fase temporal, una excentricidad de adolescente. Pero no. Cuando se fue no podíamos creerlo.

Utilizó a una amiga para sacar dos mochilas con ropa en días previos y que así no nos diéramos cuenta de que nos abandonaba. Sus amigas al parecer no sabían a dónde iba, solo sabían que tenía proyectos con gente de este grupo. Es como si una nube de silencio y oscuridad rodeara todo cuanto tenía que ver con este grupo. Nadie sabía nada o bien no quería o se atrevía a decir nada.

Desde entonces intentamos muchas veces comunicarnos con ella, pero no nos contesta a los emails y nos tiene bloqueados en las cuentas de redes sociales que tenía antes de meterse en ese grupo. No sabemos nada de ella. Únicamente al morir su abuelo y dejarle una pequeña herencia respondió a nuestro email y accedió a darnos un número de cuenta donde hacer el ingreso, tal y como le pedimos.

Como madre no puedo imaginar un dolor mayor que el que siento cada día desde que se fue. No puedo dejar de pensar en dónde pueda estar, en qué circunstancias y sobre todo, por qué motivos.

Hace algún tiempo pudimos contactar con un chico un poco mayor que ella que nos contó su experiencia con este Círculo Internacionalista. Nos contó que eran un grupo muy majo y dinámico de gente que hacían actividades por la comunidad y que había muy buen ambiente, lo propio de un grupo de chicos de su edad. Pero también nos contó que las exigencias de los líderes del grupo hacia los participantes eran cada vez mayores, que exigían cada vez más exclusividad y discreción. Que si no se actuaba en base a sus normas recibían muchas reprobaciones y rechazo por parte del resto del grupo. Y que cada vez la presión era mayor, así como el relato de que había que desconfiar de todo lo que se situara fuera del grupo, que la sociedad no estaba preparada para sus ideas tan francas y revolucionarias y que era necesario guardar silencio y reducir al mínimo los lazos fuera de la organización.

Nos contó que le costó mucho esfuerzo salir de allí, que le hacían sentir culpable e incluso que sufrió amenazas antes de poder cortar los lazos que le unían a ellos. Que solo cuando se cambió de ciudad gracias a una oferta laboral consiguió romper con ellos definitivamente.

Escribo estas líneas con la esperanza de encontrar a alguien que nos pueda dar algún dato sobre dónde puede estar nuestra hija, sobre cómo de preocupante puede ser este Círculo Internacionalista o que al menos quiera compartir una experiencia similar que nos haga más fuertes y más capaces de sobrellevar esta dolorosa desgracia.

Nuestro email:  nuevojardinepicuro@gmail.com

 

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